Día 4: Mateo 6:5-8
Lea Mateo 6:5-8
Información útil:
En nuestro texto de este jueves, encontramos a Jesús instruyendo a sus discípulos sobre cómo orar. Él hace hincapié en la oración privada, breve y sincera.
La insistencia de Jesús en la oración privada era una crítica a los judíos de su época, que oraban en público para ganarse el favor de los hombres. Sin embargo, esto va en contra de la naturaleza misma de la oración. La oración consiste en la comunión con el Padre, en alabarle humildemente, en pedirle y en darle gracias. Cuando empezamos a orar por nosotros mismos, estamos mostrando un orgullo terrible. Sin embargo, Jesús no prohíbe la oración pública, sino que ataca las oraciones que se hacen para glorificarse a uno mismo en lugar de al Padre.
Su prohibición de «acumular palabras vacías» o «balbucear» ataca igualmente la oración orgullosa. En aquella época, las personas ajenas a la fe judía solían utilizar cantos largos y repetitivos o frases mágicas, pensando que lo importante era decir las palabras correctas una y otra vez, y no lo que había en su corazón o lo que realmente significaban. Sin embargo, Jesús no está diciendo que no podamos tener oraciones largas, sino que la actitud pecaminosa que piensa que si nuestras oraciones son lo suficientemente largas y correctas, entonces Dios estará más dispuesto a responder. Pero la dulce verdad de la Biblia es que Dios escucha nuestras oraciones y las responde, no por lo bien que las digamos o por lo largas que sean, sino porque se deleita en nuestra fe (véase 1 Juan 5:14-15).
Volviendo a Marcos 1:35, vemos que Jesús dio prioridad a pasar tiempo con su Padre en oración, tal vez sacrificando un sueño muy necesario para hacerlo. Jesús dio un ejemplo de su enseñanza. Podemos estar seguros de que Jesús no oraba en privado para glorificarse a sí mismo, sino para dar toda la gloria al Padre. Su corazón dependía totalmente de la fidelidad y el control de Dios. Podemos estar seguros de que ni una sola palabra de la oración de Jesús era «vacía» o «balbuceante» para obtener una respuesta de Dios, sino que era con fe: esperaba que el Padre satisfaciera todas sus necesidades.
Preguntas para reflexionar:
¿Qué te motiva cuando oras? ¿Alguna vez te encuentras tratando de «decir las palabras correctas» o «sonar espiritual» con la esperanza de que Dios (u otros) queden más impresionados? ¿Se trata más de conectar con Dios, o a veces te preocupa cómo te ven los demás? Si es así, ¿cómo puedes hacer que tu corazón se centre más en el Señor?
¿Qué significa para ti que Dios escuche tus oraciones por tu fe, y no por tu elocuencia? ¿Cómo cambia eso tu forma de acercarte a Él?